


Indudablemente que el objetivo de efectuar el recorrido en el menor tiempo posible, da lugar a errores técnicos porque la cabeza va demasiado deprisa, pero eso se lo dejamos para los que les gusta la Competición y a los jueces que han de controlar y sancionar dichos fallos. Pero ese mismo recorrido se puede hacer a un ritmo más normal, e incluso plantear un circuito con una amalgama de lo más variado de situaciones complejas que después se nos puedan presentar en una cavidad. Vamos, aquello del más vale prevenir que curar, al tiempo que también puedes amoldar un circuito para desarrollar ciertas particularidades físicas o psíquicas en forma de obstáculo que te permitan afrontar grandes retos. Para aquellos que habéis estado en campañas, estoy seguro que acordareis conmigo que en momentos en que psicológicamente no estás fino, es difícil tirar adelante ninguna campaña con un mínimo de entusiasmo, algo que es fundamental para encontrarte luego bien físicamente.
Recordad los recelos que surgieron cuando empezamos con el tema de cañones y ahora pasa lo mismo con la TPV y es que siempre dan miedo las nuevas experiencias y olvidamos que si cabe, enriquece más aun aquello que hacemos. Siempre podemos sacar beneficios de las experiencias de otros compañeros que practican otras modalidades. Creo haberlo citado ya, pero el hecho de que los rusos hoy en día sean los “number one” de la espeleo mundial, dejando a los franceses soñando en glorias pasadas, no es un hecho casual. Ellos llevan años y años con el tema de la Competición y no solo le dan la importancia que tiene si no que les es imprescindible a modo de entrenamiento para superar retos tan difíciles como Krúbera-Voronya y sus más de 2000 metros de profundidad, algo que ya no está al alcance de todos.

El estado de nerviosismo al que pueden llegar algunos competidores, solo por perder una medalla más preciada, dirigiendo el centro de sus iras, precisamente a los Jueces, que los pobre lo único que intentan es aplicar el reglamento y que no se les escape algunas de las triquiñuelas que les puedan hacer los mismos competidores. Al fin y al cabo, esto forma parte por desgracia del día a día de todas las competiciones deportivas en que lo de que “lo importante es participar”, parece ser que lo dijo algún loco hace muchos años, viéndose por esos estadios escenas que llegan a ser patéticas y lamentables y en la que se puede ver a gente que parece coherente, perdiendo el mundo de vista por un “penalti”, “expulsión” o cualquier lance del juego que está en un reglamento al que todos prometen respetar, pero que en medio del fragor de la disputa alguien entona aquello de “maricón el último” (sin ánimo de ofender a los homosexuales, los cuales tienen todos mis respetos).

